La UE también pide rastrear el origen del coronavirus

Se nota la presión ejercida por Estados Unidos. Una Unión Europea que hasta el momento no había insistido en la necesidad de aclarar el origen de la covid, en las últimas horas lo ha convertido en una prioridad. Aparece en el borrador de la declaración de la cumbre Unión Europea-Estados Unidos que se celebrará el próximo martes y ayer lo destacaron en sus declaraciones los presidentes del Consejo Europeo, Charles Michel, y de la Comisión, Ursula von der Leyen.

“Apoyamos todos los esfuerzos para lograr la transparencia y conocer la verdad”, dijo Michel en la rueda de prensa previa a la reunión del G-7. “Los investigadores necesitan un acceso completo a lo que sea necesario para encontrar realmente el origen de esta pandemia”, remachó Von der Leyen.

Es un mensaje que también aparecerá en la declaración que Michel y Leyen firmarán con Joe Biden el martes, en la que se reclama una investigación sobre el origen del virus. “Pedimos que haya progresos en la fase 2 de un estudio transparente, basado en evidencias y liderado por expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el origen de la covid, que sea libre de interferencias”, dice el borrador al que ha tenido acceso La Vanguardia .

Fuentes europeas precisan que no se trata de que la UE inicie una investigación por su cuenta, sino de apoyar las investigaciones lideradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, aunque reconocen que se ha incluido este punto a petición norteamericana, subrayan que no supuso ningún obstáculo mayor en las negociaciones, y que no fue de los apartados que costó de aprobar. “No fue un tema mayúsculo en la negociación”, dicen estas fuentes, que añaden que no supone ningún cambio en la posición de la Unión Europea respecto a China.

El texto del borrador de la declaración recoge la terminología europea al referirse a la relación con China, apuntando a un posicionamiento que incluya elementos de cooperación, competencia y rivalidad sistémica. Esta es precisamente la definición que desde el 2019 mantiene la UE de la relación con China, un socio con el que hay que cooperar y, al mismo tiempo, un rival sistémico.

En cualquier caso, el movimiento le viene muy bien a Biden, que mantiene una línea de dureza con China y que en mayo ordenó a sus servicios de inteligencia que investigaran si el origen del virus procedía de contactos humanos con un animal infectado, como ­indica Pekín, o bien de un accidente en un laboratorio. Las autoridades chinas rechazan la segunda posibilidad y la OMS también lo descartó.

Sin embargo, la misma OMS puntualizó que su conclusión era descartar la teoría del accidente, pero que la investigación que le dejaron llevar a cabo no fue suficientemente extensa, dado el limitado acceso que tuvieron sus investigadores. La delegación de Estados Unidos en la OMS dijo que la investigación realizada por la organización internacional en enero y febrero fue “insuficiente y poco concluyente”, por lo que pidió un trabajo más a fondo.

Acercamiento europeo al presidente de EE.UU. , que busca formar un frente común ante la pujanza de China

En su viaje a Europa, uno de los objetivos abiertamente declarados de Biden es formar un frente común con la UE ante la pujanza de China. Este apoyo a la investigación del origen del virus es un movimiento de acercamiento. Otro terreno donde puede haber base para el entendimiento es el comercial, con el compromiso de las dos partes de cerrar a lo largo de este año dos batallas de imposición de aranceles y sus represalias consiguientes. Se trata del larguísimo enfrentamiento por las subvenciones públicas a Airbus y Boeing, y el de los aranceles al acero y el aluminio, este último originado en la era Trump.

En diciembre, cuando se cerró al acuerdo de inversiones entre la UE y China, el equipo de Biden, que aún no ejercía, mostró su preocupación por lo que consideraba un acercamiento de Bruselas a Pekín. Es cierto además que sorprendió a todos la repentina flexibilidad china que permitió conseguir el acuerdo de forma tan rápida como inesperada.

En los últimos meses, sin embargo, estas relaciones se han enfriado, en buena parte por las sanciones que Europa, de forma coordinada con Estados Unidos, impuso a China por violaciones de los derechos fundamentales respecto a la minoría uigur en la región de Xinjiang. Medidas significativas porque fueron las primeras que la UE aplicó a China en más de tres décadas, desde la masacre de Tiananmen en 1989.

Además, las represalias de ­Pekín provocaron que el proceso de ratificación del acuerdo de inversiones haya quedado en la práctica congelado, con un Parlamento Europeo que manifestó que no era contemplable aprobarlo en las actuales circunstancias.

Fuente: La Vanguardia