La historia de la Guerra del Chaco revive con los reportes de un médico argentino

A más de 90 años del conflicto más sangriento del siglo XX que vivió Sudamérica, el Museo Marc de la ciudad argentina de Rosario abrirá justo hoy, 29 de mayo, una exposición que no esquiva el horror ni lo adorna. Lo muestra y lo denuncia con un el título: “La guerra es una gran porquería”. 

La frase es Carlos De Sanctis, médico (1897-1957), fotógrafo y corresponsal rosarino que en 1932 decidió abandonar su consultorio y embarcarse al corazón del infierno: el Chaco Boreal, donde Bolivia y Paraguay se enfrentaron por un territorio hostil y sediento. El profesional contó la guerra desde la trinchera guaraní, pero sin nacionalismos y con un profundo rechazo a la violencia. 

Según la reseña preparada para la presentación de esta exposición, De Sanctis viajó al Chaco el 16 de noviembre de 1932 con una cámara Zeiss Ikon, un carné de prensa del diario La Capital y un alma aún ingenua. Regresó a Rosario dos meses después, demacrado, con decenas de fotografías, apuntes y una certeza que lo acompañaría el resto de su vida: la guerra no es gloria, es devastación. Su archivo, es un testimonio único de ese viaje es el eje central de la muestra que repone este triste capítulo de la historia regional.

El testimonio gráfico y periodístico de este médico está reflejado “con brutal honestidad, la crudeza de un campo de batalla: cuerpos mutilados, soldados indígenas devorados por la sed y aldeas enteras obligadas a desplazarse”. Su mirada no fue épica, fue humanista. Su cámara no buscó héroes, retrató víctimas, sostiene el documento correspondiente a la curaduría de esta exposición.

En su álbum titulado ‘Mi campaña en el Chaco’ (1932-1933) no hay eufemismos. Hay sangre, moscas, desolación. Pero también hay contraste: la tranquilidad del viaje fluvial por el río Paraguay, los rostros de pueblos originarios ajenos al conflicto, paisajes todavía intactos. De Sanctis construye, casi sin proponérselo, una narrativa que hace doler: la de un paraíso convertido en matadero por ambiciones económicas y geopolíticas, de acuerdo con la 

Pero, la exposición no se limita al archivo de De Sanctis. Interviene todo el museo con obras contemporáneas de artistas de Bolivia, Paraguay y Argentina —entre ellos Patricio Crooker, Laura Códega, Michele Siquot y Maxi Rossini— que dialogan con los grabados que también condenan la barbarie de la guerra.

El recorrido también suma textos históricos, esculturas, dibujos, instalaciones textiles, mapas, infografías y testimonios. Cada rincón del museo Marc será una trinchera simbólica contra el belicismo, una defensa del arte como memoria y resistencia.

El horror como advertencia

“Esto es la guerra”, dice el primer collage de su colección, sin anestesia. Y a lo largo de los tres álbumes confeccionada en 1937, dos años después del viaje, con Europa al borde de la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial.

De Sanctis intenta algo más que un registro documental: quiere despertar conciencia. “El olor nauseabundo, el mosquito que aguijonea y el silbido de las balas” no caben en la imagen, se lamenta en uno de sus textos de reportero de guerra. Pero su prosa los sugiere, los evoca, y el lector del diario La Capital —ayer como hoy— no puede salir ileso.

“El Museo Marc hace ahora su propia campaña contra el olvido”, afirma Pablo Montini, director del museo y curador general de la exposición. “Este trabajo es un grito de advertencia que cruza el tiempo. Y De Sanctis es su mensajero”, puntualizó el historiador argentino a los medios de su país.

En la guerra del Chaco, Bolivia perdió unos 52.000 hombres; Paraguay, 36.000. Ambos países se desgarraron en un territorio que hasta entonces les había sido indiferente.Tras las banderas, actuaron las petroleras como la Standard Oil que había detectado la riqueza en esa zona. La guerra terminó formalmente en 2009 con un pacto bilteral fronteriza

Para Paulina Scheitlin, curadora e investigadora, la obra de De Sanctis tiene una dimensión pedagógica: “No quiso construir un héroe. Quiso mostrar el sinsentido. Puso el cuerpo, puso el ojo, y nos dejó un mensaje que sigue vigente: mostrar la guerra tal cual es puede que no la detenga, pero al menos impide que la glorifiquemos”, señaló de acuerdo con el portal Rosario 3 de Argentina.

FUENTE: EL DEBER