Postales de la crisis: desempleo joven y trabajo en la tercera edad

Fernando (77) cobra un poco más que la jubilación mínima y una pensión. Para llegar a fin de mes tiene que seguir dando clases particulares de química y matemáticas. Zuyimar (20) busca trabajo desde febrero, pero ni siquiera le dan la oportunidad de llegar a la instancia de una entrevista. Se trata de dos facetas de la misma crisis: el desempleo entre los jóvenes crece y es muy superior al de los adultos, y cada vez más jubilados buscan trabajo para subsistir.
De acuerdo con los datos de la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH) publicada por el Indec, el nivel de desempleo entre los jóvenes triplica al desempleo de los adultos. Para el cuarto trimestre de 2024 el 13,8% de las mujeres de entre 14 y 29 años y el 12,5% de los hombres de estas mismas edades estaban desocupados, mientras la cifra se reducía al 4,8% y al 4,1% de las mujeres y hombres entre los 30 y los 64 años. El promedio (6,4% de desocupación) es impulsado precisamente por el desempleo joven.
El Ministerio de Capital Humano relevó que, para el tercer trimestre de 2024 la tasa de desocupación entre los jóvenes desde los 18 hasta los 24 años era del 19,4%, para los que están en el rango etario de los 25 y 34 fue del 8,1%, mientras en el caso de los adultos de entre 35 y 49 años y 50 y 59 el nivel de desocupación fue del 4,2% y del 3,6% respectivamente. Por otro lado, el acceso a una ocupación de calidad también es un problema para los más jóvenes: mientras el 65,5% de los trabajadores de hasta 24 años tiene un empleo sin registrar, esta cifra se reduce al 29,5% entre los 35 y 49 años, y al 26,6% entre los 50 y 59 años.
“Tengo experiencia en caja y atención al cliente, así que he estado enfocándome en esos rubros. La búsqueda ha sido un poco frustrante. Me ha pasado que, a pesar de tener experiencia y muchas ganas de aprender, no me llaman o no dan oportunidad siquiera para una entrevista”, explica Zuyimar a PERFIL.
“A veces no hay coherencia entre lo que piden: buscan gente joven, pero con años de experiencia. No nos dan la chance de demostrar lo que sabemos ni de aplicar las herramientas que hemos aprendido. Eso termina siendo desmotivante, porque sentimos que no importa cuánto nos preparemos, igual no alcanza”, sintetizó.
La contracara: cada vez más adultos mayores buscan empleo para sobrevivir
Como contrapartida, cada vez más jubilados buscan trabajo para subsistir. Se trata de personas que tienen la experiencia –y también la necesidad–. “Son dos cuestiones que están íntimamente relacionadas”, agregó Eugenio Semino, Defensor de la Tercera Edad, a este medio.
“Cuando hablan de reforma previsional lo único que se les ocurre es aumentar la edad jubilatoria cinco años. Si hicieran eso mañana, no modificarían la actual situación de los jubilados, pero lo que sí tendría es un efecto sobre los jóvenes, porque cuando aumentás cinco años no pueden entrar al mercado formal los jóvenes de 18 a 23, porque no se generan en Argentina nuevos empleos. Son dos caras de la misma moneda”, aseguró. Así, mientras más años tenga que trabajar una persona, más chico se vuelve el mercado para las nuevas generaciones.
Fernando, ingeniero químico y docente jubilado, da clases en su domicilio particular. “Es para llegar a fin de mes. Mi jubilación es apenas superior a la mínima y, a pesar de que soy viudo, vivo solo, no alquilo y no tengo mayores gastos, no me alcanza”, afirmó.
“La gente busca trabajo antes de que les salga el trámite jubilatorio porque ya sabe que la jubilación es un precipicio, no un paso a otro estadio de la vida”, destacó Semino. “Y ahí hay un gran mercado de explotación de las personas mayores, porque se les ofrecen trabajos de baja calificación, a veces mucho más bajas que la actividad que tenían antes de jubilarse, sin registrar y sin estabilidad”, explicó el gerontólogo. Aseguró a su vez que, si bien este fenómeno no es nuevo, creció exponencialmente. “En la medida en la que aumenta la crisis social, más allá de la macroeconomía, se potencian estas situaciones”.
Entre los empleos más comunes Semino detalló que están los de porteros nocturnos de edificios y fábricas, manejo de taxis o remises no habilitados y tareas de cuidado en el caso de las mujeres jubiladas. En términos generales se trata de empleos precarios y riesgosos para la salud. “Otra cosa que está pasando es que hay tareas para las que toman a gente preferentemente mayor, pero esto tiene que ver no con la necesidad del que tiene que seguir trabajando sino con la posibilidad de tener un complemento y tener una actividad”.
Beatriz tiene 70 años y sigue dando clases particulares. “Me gusta hacer cosas mientras el cuerpo responda. Enseñar es lo que sé hacer. Y de paso me ayuda económicamente para mis gastos”.
Un estudio de la Fundación Colsecor, titulado “Imaginarios, opiniones y expectativas de adultos mayores de localidades de Argentina”, concluyó que el trabajo sigue muy presente en la edad pasiva. “Por necesidades económicas, por el deseo de continuar en actividad o porque sienten que si se jubilan se aburrirían. En todos los casos el trabajo es percibido como una condición necesaria para desarrollarse y mejorar su calidad de vida”.
Isabel tiene 60 años, cobra la jubilación mínima. “Me gusta trabajar, y si me quedo solamente con la jubilación no me alcanza”, afirma en diálogo con este medio.
De acuerdo con el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) el poder adquisitivo de los trabajadores pasivos que perciben la mínima se desplomó un 15,3% desde la asunción de Milei, especialmente por el congelamiento del bono de $ 70.000 desde marzo de 2024.
El problema está, aclara Semino, en la gran cantidad de jubilados que no están en posición de decidir si continuar o no trabajando. “El jubilado que trabaja por obligación pierde por necesidad”, concluyó.
FUENTE: PERFIL