Kamila, víctima de su compañero: feminicidio, un niño huérfano, una familia en dolor, en busca de sentencia

En medio de llanto y dolor, Kamila es despedida el 17 de octubre en Covendo, una comunidad de Palos Blancos. / GAM ALTO BENI

En un aula de la Escuela Superior de Formación de Maestros “Simón Bolívar” de Caranavi, ubicada en Los Yungas de La Paz, un lugar donde se forjan sueños, se desató una tragedia el martes 15 de octubre. Kamila Pacassi Zango, una joven de 23 años llena de sueños y aspiraciones, fue asesinada por su compañero Edwin Marco C.H. (24), quien recibió detención preventiva indefinida en la cárcel de Chonchocoro, considerada de máxima seguridad en  Bolivia, debido a que evitó un juicio abreviado en el que podría haberse dictado su sentencia. Existen testigos y grabaciones que corroboran su autoría.

El brutal ataque ocurrió frente a sus compañeros; algunos quedaron paralizados de horror, mientras que otros, en medio de gritos y confusión, intentaron ayudar a Kamila empujando pupitres hacia el agresor. Uno lo golpeó con un ventilador, y otros buscaban tranquilizarlo hablándole. Sin embargo, no lograron detenerlo; la mirada amenazante del atacante era profunda. Todo ocurrió justo antes de que comenzaran las clases, a las 08.00. Según algunos estudiantes, Edwin Marco se acercó repentinamente a Kamila y comenzó a atacarla con un cuchillo; su cuerpo presentaba 39 heridas.

Kamila estaba en el último año de formación en la Especialidad de Educación Inicial en Familia Comunitaria. Tenía muchos sueños y, según sus compañeros, una notable vocación. “Mamita, cuando salga de la Normal quiero implementar un aula invertida (método de enseñanza) para mis niños y niñas. Hoy leí cómo pueden desarrollar un aprendizaje más ágil”, compartió con su madre hace algún tiempo, con miras a ejercer su carrera.

Edwin Marco C.H., el feminicida de su compañera Kamila Pacassi. / MINISTERIO DE GOBIERNO

Edwin Marco C.H., el feminicida de su compañera Kamila Pacassi. / MINISTERIO DE GOBIERNO

Este feminicidio extinguió una vida prometedora y dejó a un niño, de cinco años, sin madre. Edwin Marco fue aprehendido en ese establecimiento alrededor de las 08.30 y luego trasladado a la ciudad de La Paz. Mientras un policía lo conducía hacia una celda, fue interceptado por un periodista que le preguntó sobre lo sucedido, a lo que él respondió que lo hizo “por venganza”, sin mostrar signo alguno de arrepentimiento.

Salomé Zanga, madre de Kamila y profesora de profesión, ya había escuchado hablar de Edwin Marco. Su hija le había comentado que era una persona agresiva y que, en alguna ocasión, la empujó, lo que la llevó a evitar trabajos prácticos con él. Tal era la situación que, en una oportunidad, Kamila le expresó a su madre que ya no quería estudiar allí; sin embargo, decidió continuar, considerando que ya no faltaba mucho para concluir su formación.

Sobre la relación con el agresor, Salomé aclaró que solo eran compañeros y que en ningún momento existió una relación sentimental entre ellos. Esta versión fue respaldada por compañeras de la víctima, en contraste con las declaraciones de algunas autoridades que afirmaron que eran exenamorados.

Edwin Marco se acogió a su derecho al silencio y decidió optar por un proceso regular, a pesar de que no hay dudas sobre su autoría y de la existencia de numerosos testigos. Pudo haberse sometido a un juicio abreviado, enfrentando la pena máxima de 30 años de privación de libertad sin derecho a indulto, pero eligió causar a la familia de su víctima otro calvario. Salomé clama por justicia y exige que el asesino de su hija reciba una sentencia.

Este cruel hecho llevó al presidente Luis Arce a expresar su consternación y a solicitar agilidad en el proceso judicial. “Debemos actuar con firmeza y celeridad para sentar un precedente ante este tipo de crímenes atroces”, afirmó. 

En la misma línea, el ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, manifestó el miércoles 16 de octubre que realizarán el seguimiento correspondiente para garantizar que el feminicida reciba la pena máxima. En esa ocasión, presentó a Edwin Marco en una conferencia de prensa, antes de que este fuera trasladado al penal de Chonchocoro.

Al día siguiente, el jueves 17 de octubre, Kamila fue despedida en medio de llanto y pedidos de justicia en Covendo, una comunidad de Palos Blancos, ubicada a unas seis horas de viaje desde Caranavi. La joven pertenecía al pueblo indígena Mosetén.

Este feminicidio, el número 73 en  Bolivia entre el 1 de enero y el 17 de octubre de este año, desató un grito de indignación en la población, que exige justicia y un cambio profundo en la lucha contra la violencia de género.

Este crimen fue documentado. Algunos compañeros de Kamila grabaron el ataque mortal, y esas filmaciones se viralizaron en redes sociales e incluso fueron compartidas por algunos medios de comunicación, lo que generó cuestionamientos sobre la “difusión y explotación del morbo”. Tanto la Asociación Nacional de Periodistas (ANPB), la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP), el Círculo de Mujeres Periodistas de La Paz (CMPLP) como la Federación Sindical de Trabajadores de la Prensa de La Paz (FSTPLP), así como varios colectivos, lamentaron que esas grabaciones fueran filtradas y que además se reprodujeran total o parcialmente de manera acrítica.

FUENTE: OPINIÓN