“¿Quién es más loco, el loco o el que sigue al loco?”
Al iniciar esta presentación, traigo a escena a Edward Mejía Zárate, mi entrañable hermano, a quien califico como un soñador temerario, un iluso de la vida y un apostador extraordinario. Una persona que jugándose por lo imposible, demostró que la locura tiene ribetes inimaginables, cuando con la ilusión a cuestas, desplegó su bagaje de desafiantes ilusiones, para actuar en un país en el que el medio ambiente, no tiene valor alguno y en el que preocuparse por el inexorable deterioro del hábitat, se parece más a una quimera y a un grito lastimero que desafía a la insignificancia.
Arlet Salazar, Carlos "Coco" Koria, Edward Mejía en un momento de conversa y comida.
¿Un Quijote?, con absoluta certeza que sí. Un idealista ingenuo que decidió enfrentarse a los gigantes, con tan solo una lanza en mano. Un soñador que resolvió pelear contra enemigos imaginarios, asestando embestidas, que en más de una ocasión lo dejaron maltrecho, dándose cuenta que en estas luchas, son los caballeros quienes por lo general se quedan solos, aunque en su travesía cuenten con un compañero como Sancho, quien, al no tener la capacidad de ver más allá de lo evidente, poco o nada podría aportar, para lograr los fines que su caballero persigue.
Retrocedo en el tiempo, para ubicarme en el año 2000 y contabilizar 18 años de lucha constante por una causa justa. Una disputa en la que parece que el común de la gente, expresa de labios para afuera su adhesión con el medio ambiente y su preocupación por lograr un planeta sostenible en el tiempo, aunque los hechos demuestren lo contrario. Hago referencia a una sociedad que no ha entendido aún que el medio ambiente, no implica solamente el espacio en el que habitamos, sino las formas de ver la vida y de saber que más allá de nuestro egoísmo, existen personas como Edward, que en sus utopías inimaginables, lo dan todo de si mismos, para que las generaciones futuras puedan habitar un planeta limpio, ojalá inmaculado y libre de contaminantes.
Hablo del loco, del desequilibrado aquél, que decidió trabajar para lograr un mundo mejor, incorporando un concepto tan básico como el reciclaje, pero tan profundo como la renovación del hábitat y el medio biótico.
Reciclar, reusar y reutilizar, constituyen términos que en su afinada mente, cobran dimensiones inimaginables para sus fines, aunque para el común de la gente éstos parezcan términos abstractos, imprecisos y sin sentido.
Construyó un hotel al que con el cariño más grande, lo bautizó con el nombre de “Gota del Chaco”. ¿Por qué lo llamó así? Solo su aguzado intelecto lo sabe. Lo cierto es que para edificarlo, hizo uso de botellas de vidrio, tuberías de agua, cerámicas inservibles, tejas, puertas y ventanas que se volvieron residuos inertes en el tiempo. Recuperó bicicletas, muebles y herramientas antiguas, y una interminable lista de desechos que le permitirían labrar un lugar donde se respira el aire de la tranquilidad y donde la paz te penetra por los poros del alma. Un lugar en el que cada uno de los artículos que otrora constituían desechos, cobran singular vida, configurando una fantástica obra de arte, en la que se combinan policromía y estética, para mostrarnos una verdadera obra de arte que emerge de lo inerte y que nace a la vida.
Mi mente se resiste a creer todo lo que hizo el loco, pero mis sentidos corroboran la presencia de esta hermosa realidad, que observo y disfruto, en una mezcla de confort, comodidad y elegancia que vuelve real lo inimaginable. Es una obra maestra, creada por un hijo de Dios que decidió ser el mayordomo del legado natural del Padre y que entendió muy bien el mensaje del libro sagrado que nos manda “señorear” la tierra y cuidar lo que la maravilla de Dios dejó para heredad nuestra.
Pero lo que más me complace saber, es que el loco no está, no estuvo, ni estará solo nunca, tiene una demente a su lado que lo acompaña en la travesía de la vida y que se ha convertido en su compañera infatigable de sus locuras.
Es por ello que, a través de este corto escrito les expreso mi admiración más grande a los dos. Al loco hermoso de mi hermano y en su persona, a su desequilibrada compañera de vida.
Ello me lleva a preguntarme: ¿Quién de los dos es más loco? ¿El loco de Edward? ¿O la loca que con tanto amor decidió seguir al loco? ¿Cuál de los dos alcanzó un mayor nivel de locura? ¿El arquitecto de sueños ecológicos, o su compañera fiel de utopías e irrealidades realizables?
Mis respetos a los que se atreven a cometer locuras. Mi admiración más grande a estos dos transeúntes sutiles que decidieron dejar sus huellas ecológicas, en su paso por la vida. Mi asombro por los dos locos más cuerdos que tuve el honor de conocer. Un deleite poder compartir con ellos y entender que conocerlos, fue un privilegio reservado por Dios para mi vida.
Por ellos: ¡SALUD!
Los quiero con el alma
Jorge Carlos Koria Paz
Imágenes del Eco Hotel Gota del Chaco en Villa Montes
* Publicado originalmente en el portal de facebook de Coco Koria y del Eco Hotel Gota del Chaco