Te cuento leyendas

Nacimiento de los ríos Pilcomayo y Bermejo

Susana C. Otero (adaptaciones e ilustración)

Dicen que dicen ... que al terminar la creación, el hacedor le entregó las tierras del gran Chaco a Guarán para que administrara esos dominios.

   El gran Guarán aceptó con responsabilidad esa importante tarea y por mucho tiempo  condujo a su pueblo con respeto y sabiduría.

   Todos le rendían honores ante la nobleza de sus decisiones y logró por mucho tiempo, mantener a sus compatriotas unidos y en paz.

   Con el transcurrir del tiempo los dos hijos de Guarán  dejaron la niñez y se hicieron hombres.

   El mayor era un guerrero, algo impaciente y muy decidido cuyo nombre era Tuvichave,  el menor, Michiveva, era  pacífico, de carácter tranquilo y solidario, amaba a su pueblo y trataba de pacificar cualquier conflicto.

   Cuando Guarán llegó a la vejez y vio que sus fuerzas le abandonaban legó en sus hijos el gobierno del Chaco.

   Ya nada fue igual, ambos hermanos tenían otra  visión de la gobernabilidad y fue así que ellos entraron en una feroz y sangrienta pelea.

   Sus proyectos eran opuestos, el mayor deseaba convertir la comunidad en una población guerrera y combatiente y así poder  apoderarse de tierras vecinas para acrecentar las tierras de su territorio.

   El otro hijo,  sereno y soñador, ansiaba efectivizar la paz con sus vecinos y lograr más y nuevas amistades.

   Con el transcurso de las lunas, la disputa entre hermanos era cada vez peor  hasta que una noche, en medio de la reyerta Añá,  el Dios  del mal se hizo presente en el lugar instándolos a que compitieran entre sí, Tuvichave y Michiveva cegados por sentimientos adversos resolvieron enfrentarse entre sí.

   Ambos hermanos acordaron realizar diferentes pruebas para lo cual treparon al cerro más alto. Ellos querían medir su destreza, su resistencia  y sus habilidades en el manejo del arco y las flechas.

   Bien saben ustedes que donde Añá mete sus narices, nada bueno se puede esperar.

   En uno de esos  alardes de superioridad y cuando uno trataba  ser mejor que el otro, acordaron hacer blanco en determinado punto de un árbol.

   Michiveva era el primero en disparar, trató de buscar el objetivo, apuntó pero Añá metió la cola y desvió la flecha que fue a dar justo en el corazón de su hermano.

   Tuvichave  cayó mortalmente herido y su sangre corrió veloz  inundando los cerros, luego bajo al llano y fue tiñendo las aguas del río.

   Al irse internando en los bajíos, la fuerza de la caída fue socavando la tierra hasta formar un río rojo, el  I-phytá, cuyo significado es bermejo

   Michiveva, no podía asimilar el tremendo drama, resultado desafortunado del enfrentamiento  y lloró y lloró, amarga y desconsoladamente por días y noches,  pero el destino ya estaba trazado.

   Las lágrimas de Michiveva  siguieron el camino al río, paralelo al de sangre  que había dejado su hermano  y formó otro río, que al reconocer el fuerte arrepentimiento de su hermano se pobló de pájaros, en consecuencia se lo llamo Pilcomayo, hoy  esos dos ríos sirven para recordarle al pueblo lo que puede suceder cuando los hermanos se enfrentan.