La rica uva tarijeña impulsa la economía regional y destaca en calidad

José Sánchez, vocero de los productores vitícolas de Tarija, destacó que la producción de uva en la región durante los últimos meses ha sido exitosa, logrando una calidad excepcional pese a las intensas lluvias que afectaron la zona. Este logro reafirma la importancia de las uvas tarijeñas, reconocidas a nivel nacional por su sabor y versatilidad.
“Pese a las lluvias, hemos tenido una cosecha excelente, con uvas de muy buena calidad. Esto ha generado una alta demanda en todo el país, que valora las propiedades únicas de nuestra producción”, señaló Sánchez.
Impacto económico de la producción vitícola
Se estima que más de 1.5 millones de quintales de uva serán distribuidos en el mercado boliviano este año. De esta cantidad, aproximadamente el 40% se destina a la producción de vinos y singanis, dos de los productos emblemáticos del país que dependen de la calidad de la uva tarijeña.
Sánchez indicó que la alta demanda nacional por estas uvas ha generado mayores ingresos para los productores locales, con una proyección económica de alrededor de 160 millones de bolivianos. Este incremento favorece tanto a los agricultores como al desarrollo del departamento, que consolida su liderazgo en el sector vitícola.
Propiedades únicas de la uva tarijeña
La región de Tarija, especialmente el municipio de Uriondo, se distingue por producir variedades únicas como la uva Alejandría y Moscatel. Estas se complementan con cepas importadas, adaptadas al clima y suelo tarijeño, que son muy apreciadas tanto en el mercado nacional como entre los visitantes que recorren el Valle Central de Tarija.
“Ningún otro departamento puede competir con la calidad de nuestras uvas. Estas variedades, junto con nuestras técnicas tradicionales de cultivo, nos posicionan como líderes indiscutibles en la producción vitícola”, enfatizó Sánchez.
Reconocimiento y potencial de exportación
Además de su uso en la elaboración de singanis y vinos, la uva tarijeña es valorada por sus propiedades organolépticas: dulzura, textura y aroma, que la convierten en las mejores de Bolivia. Este reconocimiento no solo fortalece la industria local, sino que también abre puertas para futuros proyectos de exportación.
Con una producción que combina tradición, innovación y sostenibilidad, Tarija continúa consolidándose como el corazón de la viticultura en Bolivia, impulsando el desarrollo económico y enorgulleciendo a sus productores.