La recalificación de la deuda y un banco en problemas disparan el miedo de los ahorristas en Bolivia

Una fila de personas aguarda para comprar dólares en las oficinas del Banco Central de Bolivia, este 10 de marzo en La Paz. JORGE BERNAL (AFP)

La caída en las reservas en el Banco Central alimenta el pánico entre la población, que empieza a buscar dólares en efectivo

Los rumores negativos sobre la salud de un banco y la disminución de la calificación de la deuda aumentaron las turbulencias que enfrenta la economía de Bolivia, considerada hasta el año pasado una de las más estables de Sudamérica. Estos baches se suman al racionamiento de dólares que el país sufre desde hace algunas semanas, como respuesta a una “demanda inusitada” causada por la caída de las reservas internacionales en el Banco Central.

El martes 14 de marzo, el banco Fassil, el tercero más grande del país, reportó que estaba sufriendo una “gran escalada irregular de especulaciones y rumores sobre una supuesta quiebra” y la “sobre reacción de ahorristas que procuran retirar sus depósitos en nuestros puntos de atención, con el consecuente desabastecimiento de efectivo y saturación de nuestros sistemas físicos y digitales”. Las colas frente a las oficinas de este banco fueron la noticia del día en Bolivia.

Las autoridades bancarias y el ministro de Economía, Marcelo Montenegro, no hablaron directamente del pánico que enfrentaba Fassil, pero desmintieron implícitamente que este banco estuviera en quiebra. “El sistema financiero tiene sólidos fundamentos de solvencia, de liquidez, por lo que estamos tranquilos; el sistema financiero tiene un buen funcionamiento”, declaró Montenegro a la prensa. La Autoridad de Supervisión Financiera (ASFI) recordó que, por ley, todos los depósitos bancarios están asegurados, por lo que ningún depositante perdería dinero en caso de que la situación se complicara.

Fassil, cuyos propietarios son importantes empresarios de la región agroindustrial de Santa Cruz, tiene colocados créditos por 3.000 millones de dólares, posee depósitos de 2.600 millones y ha hecho fuertes inversiones inmobiliarias. El 2 de febrero informó a la Bolsa Boliviana de Valores que la ASFI le había pedido un “plan de regularización” para subsanar malas prácticas en la gestión del banco. Fassil tramitó entonces ante la justicia un amparo constitucional en contra de esta decisión, el cual le fue denegado. En el proceso se supo que, supuestamente, el banco había concedido líneas de crédito a personas sin la suficiente solvencia.

La denuncia del banco de que había sufrido un ataque especulativo se leyó en clave política y se insertó en la lógica polarizada que tiene el país desde hace años. Las redes sociales en Santa Cruz estaban llenas de mensaje de adhesión a la entidad financiera. La consideraban la última víctima de la supuesta asfixia que la región viviría bajo el Gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS).

Por otra parte, el mismo día, la agencia de calificación de riesgos Fitch Raitings degradó la deuda de Bolivia de “B” a “B- (B menos)” por un “panorama negativo” de su economía como resultado de “una disminución de sus reservas de liquidez, la cual, a la luz de un tipo de cambio fijo de facto, ha elevado grandemente la incertidumbre y los riesgos para la estabilidad macroeconómica”.

Fitch señala que Bolivia no está muy endeudada y por eso puede pagar lo que debe hasta aquí, pero también anota los problemas de confianza que está enfrentando el país como consecuencia de la caída de las reservas de dólares del Banco Central. Actualmente, los depositantes que tienen cuentas en esta moneda solo reciben 2.000 dólares diarios de los bancos, los importadores deben registrarse en listas de espera y hay largas colas diarias ante las ventanillas del Banco Central, que vende la divisa directamente, también con topes bajos.

El ministro Montenegro criticó el informe de Fitch Ratings porque no toma en cuenta que la escasez de dólares no representa en Bolivia un riesgo tan importante, dado que la inflación es baja y el 90% de los depósitos bancarios están nominados en moneda nacional. Así que se trata de un problema limitado a un grupo relativamente pequeño de usuarios de divisas extranjeras.

Bolivia ha visto disminuir sus reservas de divisas desde 2014, cuando estas ascendían a 15.000 millones, casi la mitad del producto interno bruto. Simultáneamente, su industria de gas, que fuera su principal fuente de exportaciones al mundo, ha ido perdiendo volumen, mientras que sus importaciones han mantenido en un nivel similar. Además, el alza de los precios de la energía tras la guerra de Ucrania ha incrementado significativamente el valor de estas importaciones, que en un tercio son de combustibles que el país ya no produce.

Actualmente, las reservas internacionales son el equivalente a algo más de 3.500 millones de dólares; la mayor parte está en oro. No se conoce la cantidad de reservas en efectivo con que Bolivia todavía cuenta. La información sobre este indicador ha sido suspendida.

El presidente Luis Arce no se ha manifestado sobre la situación. Mientras tanto, la oposición, que hasta aquí había tenido que chocar con el MAS casi exclusivamente en el terreno político, porque la economía nacional iba muy bien, se ha volcado íntegramente a la batalla de las opiniones económicas.

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Fuente: El País (España)