La economía empieza a reactivarse por la apertura en medio de otras amenazas

La gente volvió a los mercados y los negocios abrieron con el fin de las restricciones. Foto: Archivo / Página Siete

Al cumplirse un año del Gobierno, se destaca el fin de las cuarentenas, el Bono Contra el Hambre y los incentivos tributarios, pero los conflictos sociales y el déficit elevado traen otros nubarrones.

A tiempo de cumplirse un año de gestión del presidente Luis Arce, empresarios y analistas señalan que la apertura y fin de las cuarentenas por la pandemia de covid ayudaron en la reactivación, pero advierten que los conflictos políticos amenazan a la economía.

Observan que algunas de las medidas implementadas por el Gobierno contra la crisis económica tras la pandemia  fueron insuficientes o limitadas.

El Ministerio de Economía destacó que más de 4 millones de personas cobraron el Bono Contra el Hambre con un desembolso de 588 millones de dólares, 58.974 personas se favorecieron con la devolución del Re-IVA y 204 contribuyentes del Impuesto a las Grandes Fortunas pagaron 240 millones de bolivianos.

Como medidas, también se impulsó la inversión pública, que entre diciembre y junio alcanzó una ejecución de 999 millones de dólares. Asimismo, se crearon los créditos de sustitución de importaciones (SI Bolivia).

El expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB) Juan Antonio Morales opinó que el levantamiento  a las restricciones a la movilidad y la eliminación  de  las cuarentenas tuvieron un efecto importante en la reactivación de la actividad económica en todo el país.

Añadió que el Bono Contra el Hambre  también tuvo efecto en la expansión de la economía al ayudar a los hogares en situación de vulnerabilidad. “Las otras medidas  son de poco alcance, por ejemplo, los créditos SI Bolivia no llegaron a las empresas grandes y los montos desembolsados son pequeños”, añadió.

En el caso de la inversión pública, indicó que, al tener un déficit fiscal por encima de 9%, existen dificultades de financiamiento y se desconocen las cifras actuales de la ejecución. Mientras que la inversión privada se encuentra contraída y la productividad es baja.

De acuerdo con Morales, existen dos temas que complican la reactivación y uno de ellos es la incertidumbre política. “El ambiente político conspira  contra la reactivación de la economía y el segundo problema es  el elevado déficit fiscal. No es posible que con esto se siga aplicando  medidas  fiscales y monetarias expansivas porque ello pone en riesgo la estabilidad macroeconómica”, advirtió.

El presidente de la Cámara Nacional de Industrias (CNI),  Ibo Blazicevic, manifestó que una medida favorable desde que asumió el gobierno  de Arce ha sido el evitar las cuarentenas.

“Esto ha sido bueno y  nos ha permitido empezar a salir y recuperar la normalidad, aunque aún hay sectores que no se reactivan, recién se abrió la frontera en Yacuiba”, resaltó.

Otra medida positiva para el sector industrial han sido los incentivos tributarios a la importación de bienes de capital.

Entre los aspectos que aún no mejoran está la falta de señales para atraer inversión privada extranjera y es preocupante la salida de algunas empresas.

“Las señales que se dan son de alta conflictividad y esperamos que esto mejore en el segundo año, porque si esto persiste va a perjudicar al transporte de alimentos e insumos y los precios se elevarán”, alertó.

Por otra parte, Blazicevic sostuvo que la política crediticia del Gobierno sólo se enfocó en las micro y pequeñas empresas y no llegó a las grandes. También señaló que la inversión pública, si bien ayuda a dinamizar la economía, debe ir acompañada de inversión privada.

Apuntó que el  Bono Contra el Hambre fue una importante inyección de dinero en la economía  y ayudó a dinamizar la demanda interna, pero fue a parar en la compra de productos que ingresan por contrabando. “Debe mejorar la ejecución de inversión. Este año habrá un buen crecimiento de la economía,  el problema va a ser el año 2022, por lo menos la perspectiva  de organismos internacionales es de un crecimiento para Bolivia y la región de  3%, ya no habrá el efecto rebote”, complementó.

Para el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), el gobierno de Luis Arce dispuso una serie de medidas para “reconstruir” la economía nacional, mediante el impulso de la demanda interna por la vía de incrementar ingresos de los sectores sociales y del fisco.

Pero la mayoría de las medidas económicas del Gobierno destacan por su insuficiencia para atacar las causas de la crisis, como también en su poca incidencia en la recuperación de los empleos perdidos durante la pandemia o en la creación de nuevas fuentes laborales y la mejora de la calidad del empleo, añade.

El economista Luis Fernando Romero manifestó que, en el balance, un 30% de la reactivación responde a las políticas de Gobierno y un 70% es el  resultado de la mejora de la economía mundial que provocó una mayor demanda de productos de exportación de Bolivia.

“Se vende más por  buenos precios y eso provoca que los ingresos mejoren. Hay una política orientada a la demanda agregada, pero la falencia es que  las políticas  olvidaron la oferta agregada, muchas empresas están con pérdidas, los recursos no se orientaron al sector privado formal, que enfrenta el contrabando y una mayor presión fiscal”,  observó.

Entre las medidas positivas, está la devolución del IVA, pero “su efecto es limitado, y los créditos de sustitución de importaciones porque es  importante siempre que haya industrialización”.

Desempleo baja a costa de mayor informalidad, según el Cedla

Las medidas de reactivación económica no tuvieron incidencia en la recuperación de todos los empleos perdidos durante la pandemia y  tampoco influyeron en la creación de nuevas fuentes laborales ni  en la mejora de la calidad del empleo, según el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla).

Según el Gobierno, la tasa de desempleo bajó de 11,6% en julio 2020 a 6,4% este año debido a las políticas implementadas.

Sin embargo, para el Cedla, la  simple observación de calles y  ferias comerciales atestadas de vendedores, que no son más que personas en busca de ingresos para subsistir, alienta la idea de que el descenso del desempleo se produjo por un incremento de la ocupación en el sector informal urbano.

Esto porque existe una lenta recuperación de las actividades del sector estatal y empresarial. La informalidad  cobija generalmente a empleos muy precarios, sin derechos y bajo condiciones de subempleo.

Según el Cedla,  en 2020, año crítico de la pandemia en Bolivia, la tasa de desempleo abierto fue del 11,9%, equivalente a 477.661 personas desocupadas, resultado de los despidos masivos y de la paralización de  actividades económicas por  la cuarentena. A julio de ese año, la cifra era 700 mil.

Entre los desocupados, los jóvenes de 15 a 24 años llevaron la peor parte, con una tasa del 25%,  la población con mayor nivel educativo (15%) y las mujeres (14,8%).

Fuente: Página 7