Grethel Aguilar, directora de la UICN: “La conservación de la naturaleza debe ser una vena principal en todo lo que hacemos como sociedad”
“Tenemos que redoblar nuestros esfuerzos por entender que el tema de conservación de la naturaleza no debe estar aislado en una caja exclusiva para los conservacionistas, sino que debe ser una vena principal en todo lo que hacemos como sociedad, como país, como región, porque es lo que nos mantiene en este planeta”.
Así lo asegura en una entrevista con EFEverde la directora de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la abogada costarricense Grethel Aguilar, quien se muestra tajante ante la necesidad de valorar la biodiversidad e incluirla más en discusiones sobre cambio climático como las negociaciones que tuvieron lugar el mes pasado en la COP29 de Bakú.
“La naturaleza es un aliado tanto para la mitigación como para la adaptación” del cambio climático, recuerda Aguilar, quien lamenta que “a veces parece que es una discusión separada” de la crisis climática.
Al mismo tiempo, los ecosistemas son víctimas del calentamiento global, fenómeno causado por los humanos —recalca la experta— que está detrás del declive en las poblaciones de arrecifes de coral, de los que un 44 % está en riesgo de extinción.
Así, la pérdida de arrecifes de coral es responsabilidad “nuestra”, insiste Aguilar, quien asumió la dirección general de la UICN en 2023 pero lleva 30 años dedicada a proyectos y legislación sobre la conservación de la biodiversidad a nivel internacional.
En los años 90, antes de empezar a trabajar para la UICN, esta jurista defendió los derechos de los pueblos indígenas y la conservación de la naturaleza desde el Centro Costarricense de Derecho Ambiental.
En las tres décadas que lleva trabajando en revertir la pérdida de biodiversidad, constata que el fenómeno se ha agravado con los años: en 2008, cuenta Aguilar, “no estábamos en esta situación”, dice respecto de los corales.
El estado de conservación de los arrecifes ha descendido sustancialmente, señala, “va en picado y eso está estrechamente relacionado con el cambio climático”.
Los arrecifes de coral juegan un papel clave en la estabilización de las costas y en la seguridad alimentaria de los humanos —pues albergan biodiversidad que provee de alimentación a estos y a las especies marinas—, mientras que son importantes sumideros de carbono.
“Salvar de la extinción a los corales es una solución para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero”, resume Aguilar, quien incide en que el mundo no se puede permitir perder el 44% de los corales, pues “estamos perdiendo una de las fuentes principales para combatir el cambio climático”.
“Es extraño que mientras hablamos de, por ejemplo, reducir las emisiones del sector transporte, hay estudios que estiman que las soluciones basadas en la naturaleza reducirían las emisiones en un 30 %, que es más que lo que emite el sector transporte a nivel global” (cerca de un 14 %, según los datos que maneja el Instituto Mundial de Recursos).
Aguilar considera que los países deben asegurar una rebaja en las emisiones mediante el cambio en en el modelo energético que reclama la comunidad científica, pero señala que aprovechar las oportunidades que brinda la naturaleza serviría para acelerar esa reducción.
La experta concibe el estado de salud de las especies del planeta como el “barómetro de la vida” en un sentido amplio: “cuando hablamos de especies hablamos de nuestra propia supervivencia, porque nosotros dependemos de esas especies”,“estamos intrínsecamente ligados con la salud de nuestros ecosistemas y además dependemos en gran medida económicamente”.
Por ejemplo, destaca que la alimentación humana depende de la salud del campo o de los mares.
“Dependemos también de que haya bosques saludables para que podamos tener agua que nos permita la vida en la tierra, para respirar aire limpio”, añade Aguilar.
Avances lentos
A pesar de esta relación con los sistemas naturales, los humanos “no hemos avanzado” en su protección a la velocidad que sería necesaria, asevera la directora de la UICN.
Esta entidad elabora la Lista Roja de Especies Amenazadas, con datos “muy alarmantes” que ponen a disposición del público, algo que hacen no para “alarmar a las personas”, aclara Aguilar, sino porque “tenemos que saber cuál es el estado de la crisis en la que nos encontramos”.
Uno de cada tres árboles está en peligro de extinción, subraya, para enfatizar que “seguimos perdiendo las especies a un nivel alarmante”.
Y da otro dato: un cuarto de las 160.000 especies -fauna y flora- evaluadas por la UICN está desapareciendo. Esta degradación de la naturaleza, a juicio de Aguilar, no es tanto el resultado de una “falta de conciencia” sobre lo que ocurre, sino de “dónde están nuestras prioridades”, y “dónde está realmente nuestro entendimiento de que sin naturaleza no podemos prosperar”.
Pero, “hay que celebrar los avances”, insiste.
Y los ha habido: por ejemplo, los compromisos lanzados en la cumbre del clima de Dubái (COP28) a finales de 2023 y las iniciativas para la protección forestal planteadas por la República Democrática del Congo, Ghana, la República del Congo y Papúa Nueva Guinea; así como el compromiso de Colombia de incorporar la conservación de ecosistemas críticos en su plan nacional de desarrollo o el de Honduras para restaurar y preservar su mayor selva tropical, la Moskitia.
Pero más allá de los compromisos y anuncios en las cumbres —que pueden o no llevarse a cabo finalmente—, Aguilar asegura que “hay cosas que funcionan” en el mundo de la conservación, como muestra la lucha a lo largo de 20 años por recuperar las poblaciones de lince ibérico en España, un “caso de éxito” que según Aguilar hay que poner en valor.
“Nosotros en la Lista Roja no sólo ponemos lo que está desapareciendo o en peligro de extinción, sino también lo que se está recuperando”, recuerda la experta, quien insiste en mantenerse optimista porque “sí hay mucho que funciona” en el ámbito de la conservación.
“Sí funciona, por ejemplo, la protección de los bosques por parte de los pueblos indígenas, que están realmente amenazados con una presión tremenda sobre sus tierras y territorios, pero funciona y ha funcionado durante milenios, y ahí están ellos dando la batalla”.
“La recuperación de especies funciona, la protección de bosques funciona, la restauración de corales funciona…”, enumera la experta: “existe la evidencia científica, los instrumentos, las personas, las comunidades que están en primera línea haciendo lo que se puede porque muchas veces no tienen otra alternativa”.
Hace falta "inspirar"
“Tenemos una generación de niños, niñas y jóvenes que nos están viendo y que quieren ser parte y son parte muchas veces de este pensamiento y estas discusiones, y no sólo se trata de llegar a acuerdos, sino de implementarlos. Entonces yo creo que los mecanismos de seguimiento, de rendición de cuentas y de involucramiento de la sociedad civil, incluido el sector privado, son fundamentales”, sentencia.
Y todo ello pasa, según Aguilar, por “una transformación de la forma en que en que los ciudadanos y ciudadanas vemos el planeta”, y para ello hace falta “inspirar”: “la gente ama lo que entiende, lo que ve y lo que experimenta”, dice.
Rechaza además la “idea equivocada” de que la naturaleza “no nos necesita”, que siempre va a estar ahí con independencia de lo que hagan los humanos, pues “la naturaleza necesita ser cuidada, y nosotros somos parte de ella”, e “igual que nos cuidamos a nosotros mismos, tenemos que cuidarla con políticas contundentes e incluyéndola en la agenda política a todos los niveles”.