Estudio revela que una persona espera entre 3 y 7 horas para cargar combustible y deja de percibir más de Bs 500 diarios

Un estudio realizado por el Observatorio de Mercados Económicos y Opinión, de la Universidad Tecnológica Privada de Santa Cruz (Utepsa), arrojó resultados desfavorables sobre la economía y el impacto emocional de los conductores particulares y transportistas que hacen filas para cargar combustibles en los surtidores de la ciudad de Santa Cruz.
‘Filas, pérdidas y frustraciones: la cara visible de la crisis de combustible en Santa Cruz de la Sierra’ es el título del estudio, que contó con el apoyo de la Cámara de Exportadores de Santa Cruz (Cadex) y el Colegio de Economistas de Santa Cruz. Demostró que el 81% de los encuestados pasa más de tres horas en fila para cargar combustible. En el caso del diésel, la situación es más crítica: el 74,29% reporta tiempos de espera superiores a siete horas.
“Esta situación ha derivado en pérdidas económicas considerables, especialmente para el sector del transporte. El informe estima un sobrecosto logístico incremental de aproximadamente 250 dólares por camión, por día de espera, lo que representa hasta 3,3 millones de dólares en pérdidas mensuales, si se consideran 444 camiones en fila”, expresa el documento difundido este jueves.
Uno de los perjuicios más significativos, en términos individuales y para las familias, es el ingreso no percibido durante el tiempo de espera en las filas. Se reporta un promedio de Bs 555 diarios en ingresos no percibidos por persona afectada. Además, el 71% de los participantes afirma haber gastado más de lo habitual en combustible durante el último mes, y un porcentaje similar señala que la escasez ha perjudicado su trabajo o actividades laborales.
Todo ello -agrega el documento- evidencia el impacto multidimensional de la crisis de combustible en la ciudad y una escasez que no solo afecta la movilidad del ciudadano, sino que también genera pérdidas económicas, estrés social y una percepción crítica sobre la gestión gubernamental.
La encuesta se aplicó a 534 personas, que compraron o cargaron combustible en estaciones de servicio, ya sea para uso particular, transporte público o actividades comerciales. El trabajo de campo se realizó entre el 3 y 9 de junio, bajo un muestreo probabilístico y con un nivel de confianza del 95%, con un margen de error del 4.23%.
El impacto emocional también es evidente: el 75% de los encuestados dice sentir ansiedad o estrés por la situación, y el 43% ha vivido conflictos familiares asociados a la escasez. De manera preocupante, el 58% de los jóvenes considera la posibilidad de recurrir al mercado negro para acceder al combustible.
Respecto a la percepción ciudadana sobre la gestión del problema, el 78% considera ineficaces las medidas implementadas por el gobierno y el 84% anticipa que la situación empeorará en los próximos meses. Esto refleja un sentimiento generalizado de desconfianza y frustración.
Como estrategias de adaptación, el 51% ha optado por usar medios alternativos de transporte, como bicicleta, caminar o compartir vehículo, mientras que el 56% admite almacenar combustible por temor al desabastecimiento, una práctica que contribuye a agravar la crisis. El 91% de los encuestados asegura llenar el tanque completo en cada carga, incluso cuando no lo necesita, lo que evidencia un patrón de compra motivado por la incertidumbre.
“Desde la academia, los investigadores hacen un llamado urgente a las autoridades para que se tomen medidas estructurales y sostenibles que garanticen el abastecimiento y reduzcan los efectos colaterales de esta crisis que afecta de manera directa la economía y la vida cotidiana de miles de ciudadanos en Santa Cruz de la Sierra”, expresaron en conjunto las entidades que hicieron posible el estudio.
FUENTE: EL DEBER