El saqueo del oro boliviano: empresas chinas se esconden tras cooperativas mineras

EN MAYAYA, MUNICIPIO TEOPONTE, LA PAZ, BOLIVIA. Foto: Manuel Seoane

En el norte de La Paz, Bolivia, decenas de compañías chinas operan las 24 horas del día, los 365 días del año, para extraer oro. En los papeles éstas no existen, pues se ocultan tras cooperativas mineras que reciben una renta a cambio de mantener el secreto.

Lo primero que se oye al despertar es el escandaloso ruido de piedras que golpean una plancha metálica. No importa que estemos a más de 200 metros del lugar de operaciones, el estruendo opaca el canto de las aves y el calmado avance del río.

Aún está oscuro, 5:50 am, rugen los motores de las volquetas que se forman en fila para recoger arena removida y llevarla hasta la cima de una colina artificial. La depositan para que una retroexcavadora la acomode en esta máquina donde caen las piedras sobre alfombras con gruesas cerdas de plástico donde dicen que se queda, de a poco, el oro.

El trabajo en los campamentos mineros en Mayaya, una comunidad en el bosque amazónico del norte de La Paz, nunca para, o casi nunca. Miles de obreros trabajan por turnos de 11 horas en gigantescas zonas de suelo estéril, contaminado, desértico, que se abre paso como una enfermedad. Desde aquí se envenena el río Kaka, cuyas aguas, kilómetros más abajo y junto a otras corrientes, besan las orillas del Parque Nacional Madidi.

Los mineros trabajan para empresarios chinos. Una asociación ilegal entre cooperativas bolivianas e inversionistas extranjeros (en su mayoría del gigante asiático) han hecho realidad esta devastación con la complicidad del Estado boliviano. La minería aurífera ha destruido la naturaleza en estas poblaciones y el impacto llega al Madidi, una de las áreas más importantes del mundo en biodiversidad. Cada día, a cada hora, miles de litros de agua con mercurio y otros contaminantes tiñen los ríos que desembocan en esta área protegida.