El rey del maíz en Argentina: la historia de un agricultor mexicano que consiguió el récord mundial de producción del cereal
El maíz es el cultivo americano por excelencia que se extendió a cada punto de nuestro planeta y se volvió esencial tanto para la alimentación humana como para los animales. El actual territorio mexicano fue uno de los epicentros de su producción hace varias decenas de siglos y cuenta con un arraigo cultural tan fuerte en todos los pueblos del continente como pocos alimentos lo han logrado en la historia.
Y es por eso que no es casualidad que un agricultor mexicano haya batido el récord en producción del preciado grano amarillo con 44,04 toneladas por hectárea. Como yapa, ese volumen histórico no lo consiguió en tierra azteca, sino que se fue en un destino exótico para el grano amarillo, como lo es China. Ese es Ernesto Cruz, quien tiene claro que el maíz es su “pasión, porque algo especial tiene”.
La semana pasada Cruz visitó la Argentina, de la mano de la invitación que realizaron tres productores de la provincia de Córdoba: Germán Garino, Sebastián Viano y Nicolás Chiapero. La propuesta fue realizar una capacitación a productores de diferentes puntos del país e inclusive a muchos que llegaron de Bolivia y Uruguay. Las charlas, con mucho trabajo en los establecimientos rurales, tuvieron su epicentro en distritos cordobeses como Oncativo, Adelia Maria y Villa dolores, y que se extendieron a San Luis. Infobae pudo dialogar con él en su estadía en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Cruz es un ingeniero agrónomo del Estado de Jalisco, graduado en la Universidad de Guadalajara, casa de estudios que no dudó en considerarlo como su mayor referente en el área, más allá de que no cursó ningún doctorado o maestría. Es por eso que se define como un “autodidacta” también, aunque pertenece a una familia de agricultores, lo cual le da un marco en el cual referenciarse.
El camino al éxito de Cruz comienza en la década del ‘90, cuando México firma con Estados Unidos y Canadá un tratado de libre comercio (TLC), abriendo no solamente su economía al bloque regional, sino también poniendo a sus agricultores a competir con sus vecinos del norte, en una lucha por demás desigual. “Nos pusieron de un día para el otro a competir con los mejores del mundo sin tecnología y sin escala. Fue brutal”, dijo a Infobae el experto, sobre teniendo en cuenta que en su país no pueden existir las explotaciones superiores a las 25 hectáreas.
No obstante, esta situación lejos de desanimarlo, le dio impulso para superarse, sobre todo cuando un asesor estadounidense le dijo que no podía mejorar su maíz porque lo estaban produciendo sobre el trópico. Allí, Cruz junto a otros profesionales con lo que formó “un equipo de locos soñadores”, cuyo primer objetivo era “sobrevivir en la provincia, que tenía que seguir produciendo maíz”. Y el maíz tenía que ser competitivo y teníamos que hacerlo muy rápido”, mientras que la segunda meta a alcanzar se basaba en la pregunta de por qué ellos no podían ser los mejores del mundo en la producción de este cereal.
Así formaron su primera empresa, la Comercializadora Agropecuaria de Occidente en la década del ‘90 donde “comenzamos a traer tecnología y subir el rendimiento. El primer año pasamos las 10 toneladas por hectárea (cuando años anteriores el promedio era de 4,5 toneladas) y a los 3 años ya habíamos superado las 15 toneladas por hectárea. La diferencia fue hacer bien las cosas, con mucho conocimiento”.
China
Pero Cruz no se quedó allí. A los pocos años fue contratado por una empresa mexicana de fertilizantes y consiguió mejorar los rendimientos hasta las 22,4 toneladas por hectárea. Y justamente eso fue lo que hizo que un grupo empresario chino posara sus ojos sobre él en 2004: “Me dijeron que había un grupo industrial interesado en mi trabajo, que cuándo podía ir a la embajada. Les dije que mis honorarios eran así y así y a las tres horas ya tenía boleto para ir a China”, dijo el ingeniero agrónomo.
Trasladarse al gigante asiático fue todo un desafío para Cruz, en especial, por lo retrasada que seguía la agricultura en esos momentos. Allí tenía que manejar 20.000 hectáreas bajo riego en la provincia de Mongolia Interior, cerca del desierto de Gobi. La producción promedio era de 4,3 toneladas por hectárea y le solicitaron alcanzar las 10 toneladas por lo cual el ingeniero pidió condiciones para lograrlo, como “maquinaria nueva, insumos y poder”.
“El primer ciclo fue de 2004 a 2008. Estaban entre 4,3 y 5 toneladas al principio, pero en 2008 logramos 15 toneladas de promedio en las 22.000 hectáreas”, destacó. Pero ese mismo año murió su padre y no pudo llegar al velorio. “Eso me pesó mucho, porque la familia es la familia. No todo es dinero en el mundo. Hablé con el patrón allá y no hubo problemas y me vine”.
Ya en México, le da impulso a su empresa de asesoría para lograr altos rendimientos en el agro, con 300 ingenieros y 180.000 hectáreas en las que trabajan. Pero China volvió a aparecer en el radar y en 2012 el mismísimo Gobierno chino se puso en contacto con él, ya que de las 15,2 toneladas por hectárea de productividad que dejó Cruz, tras su salida pasaron a ser 12.
En esos años, China ya había abierto sus puertas a los adelantos tecnológicos en el agro y en 2012 Cruz logra llevar el rendimiento promedio a 22,7 toneladas, lo que le valió un nuevo reto por parte del gobierno chino: hacerse cargo de las 11 fincas que manejaba el estado que alcanzaban en su conjunto 3,2 millones de hectáreas.
Allí, Cruz se hizo cargo de la mecanización, nutrición , manejo, siembra y cosecha, además de formar profesionales en el gigante asiático. En dicho país logró el récord de rendimiento de maíz con 44,04 toneladas por hectárea, y se transformó en el único extranjero que ganó el Premio de Innovación Tecnológica en la Agricultura en 2016 y siguió desempeñándose hasta el advenimiento de la pandemia, cuando volvió a residir en México de manera permanente.
Nutrición y manejo, las claves
Para Ernesto Cruz la clave para mejorar la productividad no se encuentra en el manejo y la nutrición, que “es el factor que más multiplica el rendimiento, mucho más que la genética, que es algo que está fuera de nuestro manejo, de nuestro control. Pero con la nutrición y las prácticas de manejo sí se puede hacer mucho. Obviamente tiene que tener el potencial genético, pero si no le das todo el manejo, el ambiente, la sanidad, el agua, la nutrición, jamás va a llegar. Entonces, mejorar el rendimiento es la suma de hacer muchas cosas bien”.
Según destacó, su empresa desarrolló un sistema de 24 pasos para el alto rendimiento, en el “cual los manejos que hacemos son completamente diferentes a los que hacen los agricultores”. De hecho remarca que el paso 17 es la siembra de los 24 pautados. “Para cuando tú siembras, ya tienes más de la mitad de las toneladas determinadas. Y mucha gente piensa que el ciclo comienza en la siembra y no, el ciclo comienza antes de que coseches. Empezamos por el final, cuántas toneladas quieres producir, y de ahí nos vamos hacia atrás”, comentó.
Para Cruz, la agricultura cuenta con “tres grandes ejes” que son la rentabilidad, la calidad y la sustentabilidad. “Tiene que ser en ese orden, porque estamos hablando de un negocio. Entonces, si esto no es rentable, olvídate, no va a caminar. El segundo es el secreto de la cantidad en la calidad. Puedes producir cantidad sin calidad, pero si produces con calidad, la cantidad llega solita y los procesos de calidad es al final el alto rendimiento, la suma de hacer muchísimas cosas bien”.
Por último, el especialista reconoció el potencial que la Argentina tiene para aumentar su nivel de producción de maíz. Destacó los recursos naturales del país, y agregó: “Noté que tienen una enorme vocación agrícola y además tienen la suerte de estar sembrando sobre suelos que tienen solamente 50 años de agricultura, cuando los nuestros llevan 5.000 años. ¡Pero cabrones, están haciendo minería más que agricultura!”, dijo Cruz, quien se llevó de su gira por el país que hay mucho por hacer todavía en nuestro país para mejorar la productividad del cultivo, porque son envidiables la pasión que le ponen a todo los productores argentinos y la calidad de los suelos.