Carlos Lampe, el guardián de Atlético Tucumán: jugó al básquetbol, hizo taekwondo, tiene una hermana famosa y ahora es ídolo popular

Todo un símbolo: Lampe, con Messi, una relación que lleva un largo tiempo Captura de pantalla

Arquero del seleccionado de Bolivia, pasó por Boca y Vélez sin jugar un minuto y hoy es el sostén del puntero, que recibió tres goles en 11 fechas; cómo ser imprescindible a los 35 años

Cuiabá, 28 de junio de 2021. Bolivia pierde por 4 a 1 contra la Argentina. El más débil del Grupo A acaba la faena con 0 puntos y 10 goles en contra. La despedida de unos y otros marca el túnel de salida con una fotografía que recorre el mundo: Leo Messi, el genio, sonriente, abrigado en un abrazo con Carlos Lampe, el arquero de Bolivia.

Las estadísticas no engañan: contiene 26 disparos en tres partidos, nada mejor que sus manos durante el primer tramo del certamen. En la caída por 3 a 1 contra Paraguay ataja Rubén Cordano, porque Lampe atravesaba el proceso final de la recuperación de coronavirus.

Leo convierte dos, uno de penal. Y Lampe es un hombre feliz. No hay eliminación ni goleada que lo ataje. “La buena onda viene de varias veces que nos hemos enfrentado, siempre la rivalidad queda en la cancha. Lo felicité y le deseé lo mejor, lo admiro por cómo es como persona, humilde, siempre atento en saludar a todos los chicos. Y y yo creo que lo fundamental es la persona, todos vamos a dejar de ser futbolistas, pero la persona queda. Y como jugador, es el mejor”, cuenta Lampe. Días después, cuando la Argentina da la vuelta al mundo desde el Maracaná, el arquero suscribe, con picardía: “Nos vamos a tener que abrazar más seguido”.

Hasta hubo intercambio de camisetas. La humilde amarilla 1; la grandiosa celeste y blanca, la 10. La vida sigue. Un suspiro en Boca, un suspiro en Vélez: 15 equipos en una carrera de volcadas, mientras su amigo argentino brilla en el crepúsculo de París. Ahora, sostiene a Atlético Tucumán, el líder del campeonato. Seis victorias en serie, ni un gol en su arco. Y tres, en toda la aventura, en las primeras 11 fechas.

Es el arquero extranjero con mayor cantidad de minutos sin recibir goles en la historia de la Argentina, con 688 minutos. Atajó en 11 encuentros, no le convirtieron en 9. A los 35 años, una nueva primavera. “Hay que tener paciencia, perseverancia, ahora llegó el momento en el que me dieron la confianza. Muchos decían que era un arquero que no atajaba hacía seis meses… pero demostré que soy un arquero de jerarquía, de selección”, cuenta, en una charla con TyC Sports.

Dice que sale poco de su casa, que tantos pedidos de fotos y autógrafos no lo dejan ni ir a buscar a sus hijos al colegio. Que firma todo tipo de camisetas. Hasta de San Martín, de Tucumán. Y hasta en el auto tiene una colección: se escapa de su hogar y se queda largos minutos rubricando su sello distintivo. Luego, las reparte. El Decano es furor, Lampe es un faro. Es el último bastión de un equipo rocoso, temible de atrás hacia adelante. “Somos un equipo muy sólido. Si seguimos por este camino, nos podemos ilusionar con el título, aunque hay que tener en cuenta de que si River y Boca agarran una buena racha, se pueden acercar”, sostiene.

Los gigantes están a 10 puntos. “Pusineri te da mucha confianza, sabe llevar el grupo adelante. Tiene una idea de juego, supo plasmarla. Eso es lo más importante”, asegura. El joven DT lo hizo debutar en el Monumental, el 11 de junio pasado: el 0-0 fue sostenido por sus manos. “Funcionó el plan cerrojo”, aseguró esa noche Pusineri. “No conocía a mis compañeros ni por el nombre”, contaba el arquero, que había tenido dos entrenamientos antes de salir a la cancha.

Se presentó, conoció a sus compañeros y salió a la cancha, con lo puesto. “Desde que yo llegué el objetivo era mantener el equipo en primera. Estábamos a una derrota del descenso. Al comienzo había mucha incertidumbre y preocupación, pero con el pasar de los partidos el equipo tuvo más confianza y hasta nos la creímos y ese es el objetivo principal. El estar tan bien te hace pensar en meterse en una Copa Sudamericana que ya estamos casi en zona y si seguimos por este camino nos vamos a ilusionar con el título, pero vamos paso a paso”, rubrica.

Es una suerte de revancha. Guillermo Barros Schelotto lo llevó a Boca, hasta fue parte de la agria aventura en Madrid. “Me sentía a la altura de Andrada y Rossi, estaba preparado para atajar. Actitud no nos faltó en Madrid, pero sí nos faltó un poquito de suerte. Puede ser que después del gol nos metimos muy atrás. De todos modos, ya prescribió lo de Madrid”, contó en radio la Red días atrás.

Sueña con otra vuelta por la Bombonera. Tiempo al tiempo: después de otro paso en falso en nuestro medio, en Vélez, tiene las llaves del cerrojo del Decano. El guardián de la celda. “Es muy prematuro decir que podemos ser campeones con Atlético Tucumán, pero si seguimos arriba durante ocho fechas vamos a pelear por el título”, confía.

Mide 1,92m, pero es ágil. Se dedicó al taekwondo (“era bueno, pero mi sueño era ser un clásico número 9 de área”) y al básquetbol. Tanto es así, que lo cuenta con sus propias palabras. “Siempre he sobresalido en los deportes que practiqué. Me tocó jugar al básquet y fui galardonado. Fui premiado como el mejor jugador de mi ciudad. Jugué Sudamericanos con mi Selección, además de la Liga Sudamericana, que es como la Copa Libertadores. En Bolivia jugaba de pivote y en los Sudamericanos jugaba de alero”, contó alguna vez.

La madre fue jugadora de voleibol, el padre fue un futbolista entusiasta, pero la figura de la familia es Claudia, la hermana, que es modelo. También se inclinó por el básquetbol, actuó en Estados Unidos y fue campeona en Dinamarca, pero prefiere los negocios, el modelaje y alentar a la distancia al famoso arquero.

Que es una maravilla, como la actualidad de Atlético Tucumán. “Tengo experiencia en llegar a un club para salvarnos del descenso y terminar saliendo campeones”, dice, enigmático. El puntero imposible… convertido en realidad.

Fuente: LA NACIÓN