Biden convoca una cumbre para intentar frenar el avance del populismo en América Latina

El presidente de EE.UU., Joe Biden, mantiene una reunión con su equipo de seguridad nacional en Camp David - Reuters

La diplomacia de EE.UU. no dice aún si invitará a Guaidó como representante del pueblo venezolano

Ante la polarización que vive América Latina entre el avance del ideario bolivariano y el populismo de izquierda y derecha, la Casa Blanca ha decidido reunir a los líderes democráticos del continente en una edición especial de la Cumbre de las Américas que tendrá lugar en junio en Los Ángeles y en la que Joe Biden, tras más de un año en el poder, formulará una política hacia el continente, tras haberse centrado en el control de la pandemia y las crecientes tensiones con Rusia.

Admiten tanto la diplomacia estadounidense como los legisladores en las comisiones de Exteriores del Capitolio que les preocupa el avance de Rusia y China en América Latina, especialmente después de que el Kremlin se permitiera amenazar el 13 de enero con incrementar su presencia militar en Cuba y Venezuela en represalia por la expansión de la OTAN hacia el este y el amparo occidental de Ucrania.

Según dijo el jueves el subsecretario de Estado para América Latina, Brian Nichols, en la cumbre se hará «hincapié en la gobernanza democrática, en que, independientemente de su posición en el espectro político, si los gobernantes fueron elegidos democráticamente y gobiernan democráticamente, EE.UU. trabajará con ellos para construir un futuro mejor para los pueblos y las respectivas naciones».

Sin Trump en 2018

La Cumbre de las Américas es un encuentro de jefes de Estado y de Gobiernos de América, que se da dentro del marco de la Organización de Estados los Americanos, OEA. Su objetivo es debatir sobre los problemas a los que se enfrenta el continente americano, a fin de mejorar el bienestar económico y la seguridad colectiva. La última tuvo lugar en 2018 en Perú, y no asistió Donald Trump, sino el entonces vicepresidente, Mike Pence. El encuentro siguiente debería haber sido en 2021 pero se pospuso por la pandemia. En la OEA no tienen representación las dictaduras americanas. Cuba no es miembro, el chavismo fue expulsado en 2019 y Nicaragua está en fase de retirada.

Cabe la duda de si la Casa Blanca invitará a la cumbre a Juan Guaidó, al que EE.UU. y medio centenar de socios reconocen como representante legítimo de la ciudadanía venezolana ante la perpetuación ilícita de Nicolás Maduro en el poder. Preguntado por ABC, el subsecretario Nichols dijo que «las invitaciones específicas serán determinadas por la Casa Blanca en las próximas semanas». «Permítame señalar que la democracia es una prioridad clave para nosotros en relación con la cumbre, y más ampliamente en la política exterior de la administración, y eso será un factor clave para saber a quién se invita», añadió.

En diciembre de 2021, Biden invitó a Guaidó a otra gran cumbre de jefes de Gobierno y de Estado de democracias de todo el mundo, aunque aquella se hizo por videollamada por la pandemia. En ese encuentro de alto nivel no estuvieron las dictaduras de Venezuela, Nicaragua o Cuba. Tampoco fueron invitados Bolivia, El Salvador, Guatemala y Honduras, a los que EE.UU. ha acusado separadamente de abuso de poder y corrupción.

Sí fueron invitados socios cruciales de los regímenes de Cuba y Venezuela, acusados de represión y graves abusos contra los derechos humanos, en especial México y Argentina. Sin embargo, el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador se ausentó, en un desaire a Biden, y no delegó ni siquiera en su ministro de Exteriores, sino en su embajador en EE.UU. Guaidó participó en una sesión especial, y no en el plenario.

Un alto funcionario de la Casa Blanca también habló con los medios el jueves sobre esta cumbre de democracias americanas, y dijo ser consciente de los avances de China en América, con fuertes inversiones en infraestructura, aumento del caudal crediticio e intensificación de los lazos comerciales. Aun así, negó que Biden quiera volver a una dinámica como la de la Guerra Fría, favoreciendo a unos países sobre toros según sus lealtades. «Los países de América Latina y el Caribe no son piezas de ajedrez en un tablero sino naciones independientes que tomarán decisiones en función de sus propios intereses de seguridad nacional. Y para que podamos ser competitivos en ese espacio, tenemos que estar presentes, tenemos que permanecer activos», dijo ese alto funcionario, que habló bajo condición de anonimato.

Lo cierto es que recientemente China ha conseguido que Nicaragua anule el reconocimiento de la independencia de Taiwán, una isla para Pekín irredenta. Y ha estrechado lazos con Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, acusado de corrupción por EE.UU. por llegar a un pacto con los grupos delictivos de su país para que reduzcan los asesinatos a cambio de concesiones gubernamentales. Bukele lo niega, pero ha ido distanciándose de Washington desde la salida de Trump.

El presidente siembra confusión con unas declaraciones sobre Chile y Argentina

En la conferencia de prensa de balance de su primer año en el poder, Joe Biden dijo que su política hacia América Latina consiste en defender la democracia. Después hizo un comentario que provocó confusión en Washington. «He pasado mucho tiempo hablando y lidiando con políticas que tienen que ver con Maduro, que es poco más que un dictador en este momento, y lo mismo en Chile… no es lo mismo… pero también con Chile y Argentina», dijo el presidente. Es posible que Biden afirmara que ve mermar en la democracia de esos países, o que simplemente dedica mucho tiempo a pensar qué hacer con respecto a esos países. En la cumbre de junio tendrá la oportunidad de dar más detalles, si invita a los presidentes de ambas naciones.

Fuente: ABC